La violencia escolar por razones de género es un fenómeno que afecta a millones de niños de ambos sexos. Esta violencia implica maltrato sexual, físico o psicológico dentro y alrededor de las escuelas, cometido contra quienes no se ajustan a las normas sexuales y de género predominantes, y tiene su origen en la dinámica de relaciones desiguales de poder.

Asimismo, tiene un impacto real en la vida del alumnado, y puede ocasionar desde la pérdida de autoestima y depresiones hasta embarazos precoces y no deseados, así como infecciones de trasmisión sexual como el VIH. Este tipo de violencia puede acarrear consecuencias graves en los resultados académicos y es la razón por la que muchos alumnos faltan a clase y no logran desarrollar su potencial académico o abandonan del todo los estudios.

Con esta afirmación, la UNESCO pone de relieve este grave problema y la necesidad de abordarlo y prevenirlo de forma eficaz. Para tal fin, ha publicado un documento a través del cual se ofrece una serie de orientaciones operativas claras y basadas en la evidencia, aportando diversos estudios de caso tomados de ejemplos de prácticas prometedoras y herramientas recomendadas para el sector de educación y sus asociados, que trabajan para eliminar la violencia de género.

Estas directrices proporcionan información clave a Gobiernos, responsables de la formulación de políticas, docentes, profesionales y sociedad civil que deseen tomar medidas concretas contra la violencia de género en el ámbito escolar.

El reconocimiento de patrones en unos datos cuando solo hay irregularidades propias de la casualidad es una falacia común.

Julio es el mes del año con más mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en España desde que estos crímenes empezaron a registrarse específicamente en 2003. Así lo destacaron numerosos medios de comunicación, al saldarse el pasado mes de julio con nueve mujeres víctimas mortales de violencia machista, la cifra mensual más alta en lo que va de año. En un telediario hasta se ofreció una posible causa: las vacaciones, que tal como explica una psiquiatra son una época especialmente propicia para la violencia de género, aunque no se indica en cuántos de los casos asesino y víctima realmente estaban de vacaciones, una circunstancia que tampoco se recoge en las estadísticas oficiales. También queda la duda de por qué el pico no se da entonces en el principal mes vacacional en España, agosto, que este año con una cifra de tres asesinatos se perfila precisamente como uno de los meses menos mortíferos. Podríamos pensar en otras causas, como el calor que aumenta la irascibilidad, que sin embargo no puede explicar por qué enero es el segundo peor mes, tanto de toda la serie histórica, como (por ahora) de este año con ocho casos.