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“Fui a comisaría por algo que ni sabía si era maltrato y salí de allí siendo una víctima en riesgo alto de violencia”
Ana, pamplonesa, de 19 años recién cumplidos, acudió en septiembre a comisaría a denunciar a su novio por malos tratos. Ahora ya tiene sentencia y respira feliz.
“Hay que acompañar al menor en el mundo digital”
La irrupción de las redes sociales en la vida cotidiana ha fomentado de manera exponencial la violencia entre niños, niñas y adolescentes, siendo el maltrato psicológico, la violencia de género o el ciberbullying algunos de los riesgos más habituales dentro de la esfera digital.
El bumerán de la violencia y las adicciones
Históricamente, la violencia y las adicciones han estado ligadas en el imaginario popular. Sin embargo, existe muy poca evidencia científica que certifique esta relación. Y yendo aún más lejos, mucha menos que avale el otro giro del boomerang: hasta qué punto ejercer la violencia o haberla sufrido puede llevar a una persona a caer en una adicción.
“Con la pornografía, lo que ven los menores es violencia hacia las mujeres y niñas”
La educación afectivo-sexual ayuda a aumentar la autoestima de los menores, reduce el riesgo de sufrir violencia sexual y de contraer Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), entre otros beneficios. Así lo reconoce Carmen Ruiz Repullo, docente en la Universidad de Jaén y socióloga especializada en violencia de género en adolescentes y jóvenes, en esta entrevista.
Claves para identificar la violencia en las relaciones, orientaciones para jóvenes
La publicación, dirigida a adolescentes, tiene como finalidad ayudar a los jóvenes a identificar las situaciones de violencia y abuso verbal, emocional y físico en las relaciones, comprender los estereotipos y reglas sociales que subyacen a las relaciones de violencia y ayudarles a romper con relaciones violentas. También proporciona claves para que los amigos de los menores involucrados en una relación abusiva puedan prestar un adecuado apoyo.
350 agresores sexuales se someten a terapia en prisión
Alrededor de 350 presos condenados por agresión sexual se someten cada año a programas terapéuticos en las cárceles que buscan evitar que reincidan una vez salgan de prisión, un proceso que empieza con el reconocimiento del delito y una pregunta que se hacen todos ellos: ¿Por qué lo he hecho?.
«Esa es la pregunta que me hacen todos: Necesito que me ayudes a saber por qué he hecho eso'», explica Isabel (nombre ficticio), psicóloga de una prisión madrileña, en una entrevista con Efe, en la que explica que la clave para afrontar esta terapia pasa en primer lugar por el reconocimiento del delito cometido y la detección de los factores de riesgo.
En grupos de 20 personas y a través de sesiones conjuntas e individuales, esta psicóloga conduce a los presos por un largo y duro camino de dos años de duración en los que «metemos las manos en las tripas, las sacamos, hablamos del delito, confrontamos y luego las recomponemos y las volvemos a meter».