Para los reclusos con discapacidad intelectual, la enfermedad puede llegar al túnel del terror. Un infierno para personas que han sido responsables de sus actos pero que no saben defender a los abusos de otros internos. El centro penitenciario madrileño de Estremera es una excepción. En su Módulo Polivalente 2, los presos más vulnerantes encuentran refugio.

Miles de hombres condenados por maltrato son enviados a programas psicológicos en lugar de a prisión. Los datos señalan reincidencia muy baja y las terapeutas lo consideran fundamental, pero hay voces críticas

Habla al otro lado del teléfono Juan, el nombre ficticio de un hombre condenado por maltratar a su ex pareja. Juan no quiere dar la cara, no quiere decir de dónde es ni qué es el programa de rehabilitación de maltratadores está acudiendo. «No quiero tener una sola pista de quién soy o quién puedo ser». Quiero ese compromiso «. Y con ese compromiso cuenta Juan que al principio gritaba a su ahora ex novia, que más adelante ya lo agarraba de la rama, al cabo de unos meses, a un empujón contra la pared y a un día cualquiera, el dio un puñetazo en la cara. «Me denunció después de advertírmelo varias veces. Le dije que era su culpa, que estaba todo el día por ahí, que buscaba enfadarme … Le decía que había cambiado «, dice.

«Pensé que el juez me enviaba a la casilla porque los jueces no nos creían a los hombres, estamos presionados por el feminismo. Pero me llevé aquí. Llevo dos meses». ‘Aquí’ es un Pría-Ma, un programa de intervención para agresores de la violencia de género en medidas alternativas. Una medida más polémica que conocida.

Al  Pría-Ma  acuden aquellos hombres que han condenado por la violencia de género a una inferior a dos años de edad. En lugar de ir a prisión, el juez envía estos maltratadores a una terapia psicológica, individual o individual, que dura aproximadamente un año y que lleva a cabo un conjunto de organizaciones según cada Comunidad Autónoma. Todas las mujeres deben estar homologadas por  Instituciones penitenciarias , que es quien remite a los usuarios.

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Un informe del Consejo General del Poder Judicial revela que la mayor parte de los hechos denunciados antes del asesinato se refieren a violencia psicológica.

«No es la violencia física extrema la que conduce a la muerte, sino que en la gran mayoría de los casos es el clima de dominio el mayor indicador del desenlace», esgrime.

Estas denuncias no suelen ser tenidas en cuenta igual que los golpes: «Se suele vincular el riesgo a una agresión puntual y física», dice la jurista María Naredo.

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Josean Echauri es doctor en Psicología por la UPNA, especialista en Psicología Forense, terapia Gestalt y enfoque centrado en la persona.

El psicólogo lleva inmerso en los programas de maltratadores desde que se lanzase en 2004 el primero de ellos, dirigido a violencia en el ámbito de la pareja.

Más de 1.000 maltratadores o agresores han recibido desde 2005 asistencia terapéutica en los programas que impulsa el Servicio Social de Justicia del Gobierno de Navarra a través de la sección de Asistencia a Víctimas del Delito y Colaboración con Órganos Judiciales. Los últimos años arrojan una media anual de unas 200 personas, aunque ha llegado a haber picos de hasta 261, como sucedió en el año 2010.En la actualidad, hay 107 usuarios de alta.

La atención se estructura en tres programas distintos: el de violencia de género, el de violencia doméstica (que puede incluir variantes como las agresiones de hijos a padres y viceversa) y, el de agresores sexuales, de más reciente incorporación (2011). El objetivo de todos ellos es garantizar la seguridad de la persona maltratada, la inmensa mayoría mujeres, y prevenir nuevos episodios.

 

José Antonio Echauri Tijeras, doctor en Psicología por la Universidad Pública de Navarra, es el autor de la primera investigación de una tesis doctoral en el ámbito nacional que estudia y analiza los factores psicopatológicos y de personalidad de hombres que han maltratado a sus parejas. Su trabajo ha evaluado la eficacia de los programas de tratamiento que se están llevando a cabo en Navarra. Según indica, estos programas presentan una tasa de éxitos del 45%; la tasa de mejoría es del 39% y la de fracasos del 16%.