Algunos individuos, sin que sepamos todavía muy bien por qué, presentan una inclinación a orientar su deseo sexual hacia niños, incluso de edad prepuberal. Serían los sujetos a los que conocemos como «pedófilos». La existencia de personas con esta característica ha sido bien documentada desde tiempos ya remotos, y en la actualidad hay plena constancia empírica de su presencia y distribución homogénea en todo el mundo. Es fundamental aclarar que la inclinación sexual pedófila no implica en absoluto una tendencia automática, mecánica e inexorable a convertirse en agresor sexual de menores. Al igual que un varón heterosexual convencional, atraído por mujeres adultas, no suele mutar esa atracción en violaciones u otro tipo cualquiera de ataque sexual. Los sujetos pedófilos no han elegido ni «decidido» en modo alguno ser así. Además, todos los estudios recientes coinciden en señalar que la mayor parte de los pedófilos han aprendido a vivir con esa inclinación, a controlarla y gestionarla sin daños a terceros. Son los menos aquellos que transitan desde la pedofilia (un modo peculiar de sentir el deseo sexual) a la pederastia, esto es, el ejercicio de prácticas de abuso sexual a niños valiéndose de la seducción, el engaño, el poder, formas de dominio o, directamente, de la violencia coercitiva. Múltiples estudios en la última década apuntan a la elevada probabilidad de que la pedofilia esté condicionada por ciertas peculiaridades: factores endocrinos intrauterinos, modificaciones inducidas por estrés en períodos madurativos críticos, particularidades estructurales y/o funcionales en las estructuras corticales prefrontales y límbicas del cerebro, etcétera. Pero la evidencia disponible todavía no es concluyente (entre otras razones, por las enormes dificultades metodológicas que implican ese tipo de investigaciones).

La directora del equipo de la Universidad de Barcelona que investiga a estas víctimas advierte a las familias de que es urgente el control de las redes de sus hijos.

Una menor de 12 años presuntamente violada por otros dos adolescentes que aún busca la policía en Madrid. A prisión un joven de 18 por agredir sexualmente a una chica de 14 con ayuda de otros en Algeciras. El caso de La Manada, la violación en grupo de una joven en los sanfermines de 2016, que está a la espera de sentencia firme… Las voces expertas explican que no hay datos que sostengan que ahora hay más casos que antes, pero sí que la sociedad está más preparada para detectarlos y denunciarlos. La profesora Noemí Pereda Beltrán (Barcelona, 1975), directora del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (Grevia) de la Universidad de Barcelona, advierte del peligro de un efecto contagio de estas agresiones en grupo  entre adolescentes «con rasgos vulnerables de conducta» . Y pide a las familias que pongan toda la atención: «Igual que los padres leen sobre nutrición, deberían aprender de las redes de sus hijos».

A la espera de la implantación de la Ley para la Protección de la Infancia, la actuación frente al acoso y el abuso sexual a menores en la actividad deportiva se limita a campañas de concienciación sin seguimiento, estructura ni legislación efectiva.

Según los estudios recopilados por el Consejo de Europa (CE), uno de cada cinco niños es víctima de abusos sexuales. Las estadísticas, presentadas por diversas entidades como UNICEF, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Mundial de la Salud y la ONG Save the Children, revelan además que los menores sufren al menos el 50% de estos delitos sobre unas cifras subestimadas, puesto que apenas se denuncia el 15% de los casos. De ese 15%, el 70% nunca llega a juicio. A pesar de la dureza de esos datos, la falta de políticas de prevención, detección y denuncia eficaces sigue siendo el principal obstáculo para atajar la violencia sexual contra la infancia y la adolescencia en todos los ámbitos, incluido el deportivo.

A la espera del desarrollo en 2019 de la Ley de Protección Integral frente a la Violencia contra la Infancia —cuyo Anteproyecto anunció el Gobierno en el último Consejo de Ministros de 2018—, el único marco legal específico es el definido por el Convenio de Lanzarote, firmado por los 47 Estados miembros del CE y en vigor desde julio de 2010. Más allá de ese texto, la actuación de las organizaciones españolas en 2018 frente al acoso y el abuso sexual a menores en la actividad deportiva se limita a campañas de concienciación episódicas sin seguimiento, estructura, protocolo, ni legislación para proteger a los niños de manera efectiva. Una lacra mundial cuya gestión queda en manos del coraje de los propios supervivientes.

El Gobierno eleva la edad en que empiezan a extinguirse los abusos de los 18 a los 30 años. Los menores de 14 no declararán más de una vez en el proceso judicial.

El plazo de prescripción de los abusos sexuales a menores comenzará a correr cuando la víctima cumpla 30 años, y no 18, como sucede ahora. Este es uno de los principales cambios que contempla el anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este viernes en primera lectura. La medida responde a una de las principales peticiones de las víctimas de delitos sexuales, aunque las organizaciones de infancia habían solicitado que el tiempo comenzara a correr a los 50.

El texto recoge también que los menores de 14 años no tendrán que declarar más de una vez durante el proceso judicial, si bien las asociaciones habían pedido que esa eximente se extendiera hasta los 16. Además, el texto supone un cambio de paradigma y sitúa a los niños y a los adolescentes como titulares de derechos subjetivos.

PAMPLONA- Lejos queda aquel pionero programa de 2005 cuando desde el Instituto de Psicología Jurídica y Forense Psimae atendieron a 49 maltratadores en su primer ejercicio. Ahora, en lo que llevamos de 2018, ya suman 205, la mayoría “maltratadores psicológicos, no menos dañinos, y otros físicos, de casos no de una violencia extrema o grave que suele llegar porque se le suspende la condena a condición de que nos visite”. Realizan tratamientos individualizados, a la carta, con una medida de duración de dos años.

Las redes sociales se han convertido en algo fundamental en nuestras vidas y una herramienta eficaz para estar informados y mantener el contacto con personas a las que no vemos. Sin embargo, cada vez está más claro que son un arma de doble filo. Aplicaciones como Whatssap o Instagram nos permiten controlar al minuto todo lo que hacen nuestros contactos, saber si están activos o en línea, a quién siguen, a quién dan un «like» o qué actividades realizan a través de sus «stories». Este medio de control absoluto se ha convertido en un arma letal en mano de los maltratadores juveniles.

En la actualidad,  uno de los principales problemas que preocupan a las familias es el uso de la tecnología por parte de sus hijos e hijas. Así lo afirma la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), ante la, cada vez mayor, cantidad de familias que demandan orientación en este ámbito.

Por ello, ha desarrollado un documento de recursos educativos  dirigido a familias como personas que quieran realizar procesos formativos con familias , relacionadas con las nuevas tecnologías. A lo largo del texto, se recuperaron doce actividades, entre ellas: herramientas para resolver conflictos cotidianos en el hogar, herramientas de control parental, la identidad digital, mitos sobre los juegos de azar, conversaciones con el whatssap, etc.

En opinión de CEAPA, el manual facilitará una información para que las propias familias se construya una relación responsable, consciente y provechosa con las nuevas tecnologías.

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En el mes de febrero se ha lanzado una campaña a nivel europeo para prevenir la extorsión sexual de menores a través de internet. La campaña, denominada ¡Di no!, ha sido promocionada por la Oficina Europea de Policía (Europol) en colaboración con los cuerpos de seguridad nacionales y tiene como finalidad poner a disposición de padres y educadores, materiales, herramientas y recursos didácticos para concienciar a los menores sobre el riesgo al que se pueden enfrentar a través de la Red, así como los recursos de ayuda a los que pueden acudir en caso de ser víctimas de este tipo de extorsión o chantaje.

Uno de los principales objetivos de la campaña es que tanto los padres como los menores sepan identificar los métodos de engaño que utilizan los delincuentes para contactar con los menores a través de las redes sociales, ganarse su confianza e iniciar su chantaje para conseguir imágenes o vídeos de connotación sexual o incluso forzar encuentros físicos, ya que, según los expertos, la prevención y la detección temprana son fundamentales para asegurar la protección de los menores.

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Las investigaciones de la fiscalía por violencia de género entre menores se disparan un 25% en un año.
Hace un mes, la espiral en la que empezó a caer Triana Alcántara cuando apenas tenía 13 años la llevó casi al punto de no retorno. Más de una década después, con 25, asegura que acaba de salir de un infierno. La diabetes y los trastornos alimentarios que padece desde niña empeoraron y desembocaron en una serie de graves infecciones por la pesadilla que relata junto a un exnovio: “Parecía un chico maravilloso pero era el peor maltratador”. Esta joven, que se presenta a la cita sonriendo, cuenta que solo cuando se dio cuenta de que su vida “se iba”, en una cama de hospital, entendió que los chicos con los que había estado no la trataron bien y que el machismo no solo “se ve en la tele, está en todas partes”.
Los casos de denuncias por malos tratos, abusos y agresiones sexuales entre menores de edad han aumentado hasta un 25%, según los últimos datos de la Fiscalía General del Estado, con casos incluso entre niños y niñas de menos de 14 años. Los especialistas señalan que las víctimas pueden tardar años en darse cuenta de su situación y salir de unas relaciones traumáticas con una dependencia emocional parecida a la adicción a una droga. Le ocurrió a Ana (que pide figurar con nombre falso para preservar su identidad) cuando empezó su primera relación sentimental, a los 18 años. Su pareja, de 21, comenzó a controlar sus conversaciones y su tiempo libre, la puso en contra de sus amigas, le convenció de que era culpable de todos los problemas entre los dos (“siempre pensaba que tenía razón él”, recuerda), de que no valía para nada (“me decía que era una loca”). Al cabo de un año, llegaron los empujones, los moratones y las amenazas. Gracias al apoyo de la familia, que no la forzó a dejar al novio y la acompañó durante toda la relación, y a una amiga, que la obligó a ir a terapia, entendió que era una víctima. Ahora tiene 21 años, se ha separado de ese joven, y asegura que nunca volvería a estar con un machista.

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La mejor manera de reducir la violencia escolar es evitar su desarrollo desde  los primeros síntomas. Este es uno de los mensajes que Save The Children pretende difundir a través de su nueva guía de actuación frente al acoso y ciberacoso, titulada “Yo a eso no juego”.

Tal y como aparece recogido en el texto, el acoso escolar y el ciberacoso constituyen un serio problema en las aulas españolas, con graves consecuencias para el desarrollo y bienestar del menor que lo sufre. A pesar de la incidencia y de la trascendencia de este problema, los niños que sufren acoso escolar rara vez son detectados a tiempo por parte de los adultos y, en contadas ocasiones, se ponen en marcha protocolos para proteger a las víctimas y atajar el problema en el centro escolar.

Por este motivo, y con el objetivo de dotar a los padres y madres de herramientas para aprender a prevenir, identificar y actuar en los casos de acoso escolar y ciberacoso, Save the Children ha puesto a disposición del público general la presente guía, así como un curso online sobre pautas de actuación frente al acoso escolar dirigido a padres y madres.

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