El Gobierno eleva la edad en que empiezan a extinguirse los abusos de los 18 a los 30 años. Los menores de 14 no declararán más de una vez en el proceso judicial.

El plazo de prescripción de los abusos sexuales a menores comenzará a correr cuando la víctima cumpla 30 años, y no 18, como sucede ahora. Este es uno de los principales cambios que contempla el anteproyecto de Ley Orgánica para la Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar este viernes en primera lectura. La medida responde a una de las principales peticiones de las víctimas de delitos sexuales, aunque las organizaciones de infancia habían solicitado que el tiempo comenzara a correr a los 50.

El texto recoge también que los menores de 14 años no tendrán que declarar más de una vez durante el proceso judicial, si bien las asociaciones habían pedido que esa eximente se extendiera hasta los 16. Además, el texto supone un cambio de paradigma y sitúa a los niños y a los adolescentes como titulares de derechos subjetivos.

El 62% de los homicidios son de hombres a hombres; el 28%, de hombres a mujeres; el 7%, de mujeres a hombres; y el 3%, de mujeres a mujeres

Ha sido “una tarea de amanuenses de monasterio”, asegura el psicólogo José Luis González. A lo largo de tres años, su equipo, compuesto por medio centenar de investigadores, ha obtenido los atestados policiales de 632 homicidios que estaban “criando polvo en las estanterías” de las comisarías provinciales y ha extraído decenas de variables nunca estudiadas. El resultado es “el primer informe nacional sobre el homicidio en España”, un análisis del Ministerio del Interior que aporta 85 páginas de datos a un fenómeno invadido por eslóganes alarmistas y proclamas racistas. “Esto es ciencia, no política”, sentencia González.

Juana Azcárate forma parte de un equipo de psicólogas contratadas por el Servicio Social de Justicia del Gobierno de Navarra. Se ocupan de la atención psicológica de las víctimas de delitos violentos: violencia de género y agresiones sexuales sobre todo (más de un 80% del total). También tratan a los agresores.

Su labor comienza con una llamada del 112, de las diferentes policías o colectivos de ayuda a mujeres. También desde Atención Primaria o Servicios Sociales, cuando los profesionales sospechan. Y por supuesto a partir de cualquier denuncia presentada, aunque “a veces llegan sin denunciar. Desde el primer momento les ayudamos a que se recuperen, a que vuelvan a ser independientes. Y las animamos a que denuncien para establecer una barrera con el agresor, pero no obligamos”, apunta Azcárate.

A Rocío López la apuñaló su novio hace 10 años. A Ana Orantes la quemó su ex marido hace 21. A Esther Ortí la tapió su esposo hace 7. Para sus vivos, el tiempo es una mentira. Viven, lloran y pelean, pero como si hoy fuera aquel día. Son el espejo de cuando la violencia de género mata más que a las muertas.

Entre 2012 y 2016 hubo en España 36 mujeres mayores que perdieron la vida a manos de sus maridos o ex maridos

Hoy sólo denuncian un 9%. Las que denunciaron hace décadas sufrieron la indiferencia tanto de las autoridades como de su entorno

Muchas siguen conviviendo con sus maltratadores y les cuidan en sus últimos años. Sienten que es muy tarde para ellas.

Es el eje principal de las ‘X Jornadas Estatales de Psicología contra la Violencia de Género’, que se celebran hasta este sábado en la capital navarra.

Las ‘X Jornadas Estatales de Psicología contra la Violencia de Género’, que se celebran desde este viernes hasta el sábado en la capital navarra y que reúnen a más de 200 profesionales de este sector, aborda, como eje principal, la intervención psicológica como facilitadora de los derechos de las víctimas.

En el acto, organizado por el Consejo de Colegios de la Psicología de España, se tratarán temáticas como las medias de protección en el ámbito jurídico, la atención integral en la violencia de género, la coeducación para la igualdad o el tratamiento informativo en los casos de violencia de género.

Las redes sociales se han convertido en algo fundamental en nuestras vidas y una herramienta eficaz para estar informados y mantener el contacto con personas a las que no vemos. Sin embargo, cada vez está más claro que son un arma de doble filo. Aplicaciones como Whatssap o Instagram nos permiten controlar al minuto todo lo que hacen nuestros contactos, saber si están activos o en línea, a quién siguen, a quién dan un «like» o qué actividades realizan a través de sus «stories». Este medio de control absoluto se ha convertido en un arma letal en mano de los maltratadores juveniles.

La cantidad de individuos detenidos en cárceles latinoamericanas ha ido aumentando en los últimos años. El perfil de la delincuencia femenina también se modificó. Sin embargo, la mujer sigue siendo la gran olvidada del sistema penitenciario hasta el punto de que en algunos países existen escasas cárceles exclusivas para mujeres, como en México o Colombia.

El bajo rendimiento del sistema penitenciario en la región refleja no es una inversión insuficiente (el gasto público en la administración de prisiones en la región es en 0,20% del PIB, se compara con el gasto en el  Reino Unido del 1% ), sino también la falta de información a la hora de diseñar políticas efectivas de prevención de la delincuencia y reinserción. En este contexto, resulta esencial indagar: ¿quiénes son las mujeres que están presas en América Latina?

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Las investigaciones de la fiscalía por violencia de género entre menores se disparan un 25% en un año.
Hace un mes, la espiral en la que empezó a caer Triana Alcántara cuando apenas tenía 13 años la llevó casi al punto de no retorno. Más de una década después, con 25, asegura que acaba de salir de un infierno. La diabetes y los trastornos alimentarios que padece desde niña empeoraron y desembocaron en una serie de graves infecciones por la pesadilla que relata junto a un exnovio: “Parecía un chico maravilloso pero era el peor maltratador”. Esta joven, que se presenta a la cita sonriendo, cuenta que solo cuando se dio cuenta de que su vida “se iba”, en una cama de hospital, entendió que los chicos con los que había estado no la trataron bien y que el machismo no solo “se ve en la tele, está en todas partes”.
Los casos de denuncias por malos tratos, abusos y agresiones sexuales entre menores de edad han aumentado hasta un 25%, según los últimos datos de la Fiscalía General del Estado, con casos incluso entre niños y niñas de menos de 14 años. Los especialistas señalan que las víctimas pueden tardar años en darse cuenta de su situación y salir de unas relaciones traumáticas con una dependencia emocional parecida a la adicción a una droga. Le ocurrió a Ana (que pide figurar con nombre falso para preservar su identidad) cuando empezó su primera relación sentimental, a los 18 años. Su pareja, de 21, comenzó a controlar sus conversaciones y su tiempo libre, la puso en contra de sus amigas, le convenció de que era culpable de todos los problemas entre los dos (“siempre pensaba que tenía razón él”, recuerda), de que no valía para nada (“me decía que era una loca”). Al cabo de un año, llegaron los empujones, los moratones y las amenazas. Gracias al apoyo de la familia, que no la forzó a dejar al novio y la acompañó durante toda la relación, y a una amiga, que la obligó a ir a terapia, entendió que era una víctima. Ahora tiene 21 años, se ha separado de ese joven, y asegura que nunca volvería a estar con un machista.

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El  Instituto Nacional de la Excelencia para la Salud y la Atención del Reino Unido (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado una nueva guía sobre Abuso y Negligencia Infantil (Child abuse and neglect guidance: NG76).

El objetivo de la guía es proporcionar pautas a todos los profesionales que trabajan en contacto con niños y jóvenes para reconocer los signos de abuso y negligencia y para responder a estas situaciones.

La guía cubre el reconocimiento y la respuesta a la negligencia y los diferentes tipos de abuso, (emocional, físico y sexual) de niños y jóvenes y se basa en las recomendaciones que se establecen en la Guía de práctica clínica del NICE sobre Maltrato Infantil (NG89).

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